jueves, 9 de septiembre de 2010

Teoría del doble sideral

Teoría del doble sideral: "Roger Penrose clasifica a las teorías físicas en tres grupos: soberbias, útiles y tentativas. La teoría del doble sideral entraría, sin duda, dentro de las teorías soberbias. Se elucubró entre bocata y bocata por el llamado grupo de los Teóricos: Vicente Martí, Ximo Moll y yo mismo. Entre los compañeros de trabajo nos empezaron a llamar así por las teorías que se nos ocurrían para explicar la realidad de forma alternativa. Las relaciones entre las personas, entre ambos sexos, en el trabajo... Todo podía ser observado de otra forma y así reflexionar sobre realidades que solemos dar por sentadas. Los pies en el suelo (humildad) y la cabeza en las nubes (imaginación y humor).


Ante las desdichas y sufrimientos que nos rodean a propios y extraños, se nos ocurrió que cada uno de nosotros debemos tener un doble sideral en algún universo paralelo, más allá de todo lo imaginable. Cuando tenemos un mal día coincidirá con el mejor de los días del doble sideral. Si nos despiden aquí en la Tierra el doble sideral es contratado por la mejor compañía, para el mejor trabajo. Si nos deja la novia, el doble sideral consigue el plan de su vida... Todo lo bueno que no podemos hacer nosotros, o no nos dejan, lo hace él. Y así cuando algo nos va mal pensamos en lo bien que le irá a nuestro doble y nos reimos un rato porque, al pensarlo, conseguimos escapar, en cierta forma, de las pequeñas o grandes miserias. La 'ley' que sustenta esta teoría sería una especie de 'ley de compensación cósmica universal'.

Siguiendo al hilo, la llamada 'teoría de la mosca' entraría también en el ámbito 'teórico' ya indicado. Es una especie de 'efecto mariposa' de andar por casa ('una simple mosca es capaz de cambiar la Historia'). En plan algo más serio, esta teoría vendría a diluir la propia causa/efecto:

'Voy a hacer una afirmación sorprendente que, a continuación, trataré de demostrar: nuestra vida viene influida por personas y hechos que, en la mayoría de las veces, nos son desconocidos. Estas personas, si pasan alguna vez junto a nosotros, son completos extraños pero en alguna ocasión han cambiado el rumbo de nuestra existencia, con acciones puramente fortuitas, sin ninguna intencionalidad, y han seguido su camino sin ser conscientes de los hechos que han desencadenado. Ellos, a su vez, no son menos sensibles al curioso entramado de mutua influencia que nos rodea, también tienen su legión de extraños capaces de alterar su destino.' Leer más.


A la memoria de mi buen amigo Vicente Martí, el teórico que nos dejó hace una semana después de dolorosa enfermedad. Desde donde esté, Vicente, se estará riendo un rato con este post. Y si existe Cielo nos espera allí.

Felicitaciones a su doble sideral.

En plan más trascendente: mensaje en una botella.
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Quevedo y el ataque de la sombra

Quevedo y el ataque de la sombra: "

QuevedoRecientemente, durante una conversación con un excelso pintor gallego, recordé una anécdota que hacía muchos años dormía entre mis recuerdos de curiosidades. Todo surgió porque alguno de los presentes mencionó cierta película de estreno sobre Lope de Vega y sus aventuras, a lo que no pude contenerme y solté esta historia sobre otro de los grandes de la literatura española, para diversión de los presentes. Francisco de Quevedo. Desconozco hasta qué punto pudo suceder este episodio tragicómico de la forma en que se ha contado a lo largo de los siglos, cosa a la que, sin duda, contribuyó de buen grado el propio Quevedo, muy gustoso de este tipo de alabanzas.


Camina don Francisco por las oscuras calles de Madrid cierta noche, a la altura de la Plaza del Ángel cuando algo alerta su sentido de la amezana. Con fuerza toma la empuñadura de su espada, en previsión de la presencia de algún enemigo, cosa nada rara pues Quevedo era famoso por sus muchos líos y su querencia por los duelos. Los perros ladran nerviosos, algunos viandantes gritan y corren, pero en la negrura nocturna no se adivinaba la presencia de nada realmente peligroso. En guardia, percibiendo a su espalda unos pasos extraños, grita y amenaza a su atacante, pero éste no cede el paso y salta sobre el genio de las letras que, lleno de furia, comienza a blandir al aire y completamente a ciegas su espada. Quiso la fortuna que, en uno de esos lances, el afilado metal topara con algo. ¡Ahí se encontraba su perseguidor! Sin prevención alguna, soltó estocada tras estocada sobre el oscuro bulto que no dejaba de gemir lastimeramente.


Triunfante el escritor, convencido de haber dado muerte a alguno de sus rivales en algún turbio asunto político o amoroso, grita su júbilo a los cuatro vientos. Ante esta escena se presentaron muchos vecinos, llevando antorchas para iluminar la calle que, para sorpresa del espadachín, es muy diferente a lo que había imaginado. La luz desveló que, en realidad, el enemigo era una peligrosa pantera salvaje que había escapado poco tiempo antes de las estancias de un embajador, que mantenía al animal como diversión personal y que, tras su fuga, había atemorizado a todo Madrid. Al ver a la infortunada bestia, sangrante y sin vida tendida en el suelo, comentó el héroe que, de haber sabido que el atacante era un animal, seguramente hubiera corrido a esconderse en lugar de afrontar lo que, tal y como pensó desde el primer momento, era el ataque de uno de sus adversarios.

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