sábado, 17 de julio de 2010

¿Es el Infierno endotérmico o exotérmico?

¿Es el Infierno endotérmico o exotérmico?: "
Y como lo prometido es deuda, más aún cuando se está hablando de las Sagradas Escrituras, pasaré a continuación a desvelar el final de esta trilogía que tan ocupado me ha tenido en las últimas dos semanas.

Hasta ahora he venido siguiendo un procedimiento científico, basado en datos o indicios extraídos directamente de algunos pasajes de la Biblia. En el primer post de los tres que componen esta magna obra, el modelo propuesto era más tosco, lo cual conducía a la conclusión de que la temperatura del Cielo era claramente superior a la del Infierno. Posteriormente, con ayuda de un modelo algo más sofisticado, en el segundo post llegamos a una conclusión totalmente opuesta. En este caso, era el Infierno el que se mostraba bastante más calentito que el Cielo. ¿Qué demostraba todo lo anterior? ¿Estábamos aplicando de forma correcta las leyes físicas? ¿Dónde nos estábamos equivocando? Aunque os podríais entretener un buen rato en intentar contestar a las cuestiones previas, yo os daré mi respuesta: ni os molestéis, hemos estado todo el tiempo discutiendo estupideces sin sentido, chorradas, pamplinas. Estudiar física utilizando las palabras de la Biblia como disculpa es un entretenimiento completamente ocioso y no persigue otra cosa que la pura diversión, una mera masturbación mental sin ningún propósito eyaculador. Así pues, espero que de este acto soez no brote vástago alguno.

Por otro lado, como el fo… y el cantar todo es empezar, creo que le he cogido el gusto a esta sodomía descontrolada y continuaré aún un día más con ella. De esta forma, si queréis seguir jugando conmigo a esta cochinada os propongo a continuación la siguiente pregunta: ¿Es el Infierno endotérmico o exotérmico?

Como quizá algunos de vosotros no estéis duchos en el lenguaje pornodinámico, os diré que la pregunta anterior hace referencia a si en el Infierno tienen lugar reacciones en las que éste acaba absorbiendo calor o, por el contrario, desprendiéndolo. En el primer caso, significaría que la temperatura aumentaría continuamente hasta que el mismísimo Infierno explotase haciéndose añicos, cosa nada deseable ya que la ilusión de mi vida es ver consumido por las llamas abrasadoras a más de uno de esos que se han condenado para siempre al cometer ese pecado capital llamado Plan Bolonia. En el otro extremo, en el hipotético caso de que el Averno se comportase exotérmicamente, el destino de tan deseable lugar sería el frío más helador. Sí, ya sé que también se puede desear el fenecimiento de los malvados por congelación, pero suele ser menos dolorosa, te vas quedando somnoliento y puede ser hasta placentero. Prefiero que se abrasen.

Bien, discutiré muy brevemente las condiciones que hacen que se puedan dar cada una de las dos condiciones anteriormente expuestas. Para ello, de nuevo es preciso hacer algunas suposiciones razonables. En primer lugar, admitiré que las almas tienen masa o peso, ya sabéis, al menos 21 gramos. En segundo lugar, una vez que un alma ha ido a parar al Infierno, ya nunca más lo abandona, no tiene ninguna posibilidad de salir de allí, ni siquiera la ínfima probabilidad que le otorgaría el principio de incertidumbre de Heisenberg. Por último, y dado que hay varias religiones en el mundo que afirman que todo aquel que no pertenezca a dicha religión está condenado sin remedio a las llamas de las calderas de Pedro Botero, supondré que todo el mundo acaba allí, ya que no tengo ningún motivo para afirmar que una religión tiene más razón que otra. De esta manera, como todo el mundo acaba fiambre antes o después, afirmo sin duda alguna que el Infierno irá aumentando exponencialmente su población.

Ahora bien, acudiendo una vez más al modelo del gas ideal, y manteniendo la idea de que el Averno se encuentra a una presión y una temperatura constantes, por fuerza debe mantenerse asimismo constante el cociente entre el peso de las almas y el volumen disponible. Si esto no sucediese, volveríamos a las conclusiones expuestas en el cuarto párrafo. Efectivamente, sea por un momento mayor el número de almas que entran en el recinto que el ritmo al que se expande y, consecuentemente, se incrementa el volumen o espacio requerido para “acomodarlas” (si es que se puede estar cómodo en un sitio como el Infierno, jijijiji…). En esta situación, ambas temperatura y presión comenzarían a aumentar, aumentar y aumentar como si no hubiese un mañana y el mismísimo Infierno se convertiría en un ídem, despedazándose por completo. En el reverso de la moneda, estaría el caso en que el ritmo de expansión superase al aumento en el número de almas nuevas que ingresasen en las filas de Lucifer. Esta situación conduciría irremediablemente a un descenso continuo en la presión y temperatura, generándose una nevera de proporciones bíblicas.


CONCLUSIÓN FINAL: Extraedla vosotros mismos. Y ya sabéis, ante todo sed científicos. Si no os creéis nada de todo lo que aquí se refiere, siempre podéis iros al Infierno, eso sí armados con un buen termómetro.


Fuente (para la trilogía completa): Heaven is Hotter than Hell. Los chistes y las anormalidades son originales míos.



"

Descubren un patrón regular en la energía de los huracanes

Descubren un patrón regular en la energía de los huracanes: "

HuracánInvestigadores del Centre de Recerca Matemàtica y de la Universitat Autònoma de Barcelona han descubierto que existe una relación matemática entre el número de huracanes que se producen en una determinada zona del planeta y, la energía que liberan. La distribución es válida para cualquier conjunto de huracanes estudiado, independientemente del periodo considerado y del lugar. La investigación sugiere que nunca será factible hacer predicciones fiables sobre su intensidad.



No es nada nuevo que la probabilidad de que se produzca un gran huracán devastador es menor que la probabilidad de que se produzca uno más modesto. Sin embargo, la relación exacta entre el número de huracanes y la energía que liberan no se conocía hasta ahora.


Investigadores del Centre de Recerca Matemática y del Departamento de Física de la Universitat Autònoma de Barcelona han analizado los datos correspondientes a ciclones tropicales (el nombre genérico para los huracanes) que han tenido lugar en diferentes zonas del planeta entre 1945 y 2007. Los científicos han descubierto que esa relación corresponde a una ley de potencias, una fórmula matemática precisa que los ciclones obedecen de manera sorprendente, independientemente del lugar del planeta y de la época analizada.


A partir de este descubrimiento fundamental, los investigadores han llegado a conclusiones más generales sobre el comportamiento de los huracanes. La primera: su dinámica puede corresponder a la de un proceso crítico, lo que haría imposible predecir su intensidad. Una de las cuestiones que tradicionalmente han perseguido los organismos que monitorizan la peligrosidad de los huracanes es la predicción de su intensidad, ya que de ella dependen los sistemas de alerta y prevención para las zonas habitadas. Hasta ahora, y a pesar de los esfuerzos científicos y los recursos económicos invertidos, los resultados han sido muy pobres, aunque sí se ha mejorado la predicción de sus trayectorias.


El hecho de que los huracanes sigan una ley de potencias, al igual que otros fenómenos naturales donde se pone en juego mucha energía como los terremotos, pone en entredicho la capacidad de predecir la evolución de su intensidad. En este tipo de procesos, la dinámica que lleva a los grandes huracanes es la misma que produce tormentas tropicales de poca envergadura y alcance. La forma en que un pequeño temporal evoluciona hasta transformarse en un catastrófico huracán depende de que las fluctuaciones que tienden a amplificar la tormenta dominen sobre las que tienden a disiparla, pero no hay una razón específica que permita saber cuáles dominaran en un caso o en otro ya que el sistema se halla en una situación crítica, es decir, en la frontera entre la extinción y la amplificación.


La segunda conclusión del trabajo está relacionada con el efecto del calentamiento global sobre el comportamiento de los ciclones tropicales: el incremento reciente de la actividad en el Atlántico Norte no es diferente al de otros periodos históricos. Aunque ha habido un incremento importante en el número de huracanes del Atlántico Norte desde mediados de los años 90 en comparación con las series desde la década de 1970, la distribución de los huracanes de los años ’50 era comparable a la actual, por lo que el incremento no es explicable únicamente por el cambio climático.


La investigación, que se publica el lunes en la edición online de Nature Physics del 11 de julio, ha sido realizada por Álvaro Corral, investigador del Centre de Recerca Matemàtica (consorcio de la Generalitat de Catalunya y el Institut d’Estudis Catalans, con sede en el Parc de Recerca UAB, y que forma parte de los centros CERCA), el estudiante del Grado de Física de la UAB Albert Ossó y el profesor del Departament de Física de la misma universidad Josep Enric Llebot.



Fecha Original: 9 de julio de 2010

Enlace Original

This page is wiki editable click here to edit this page.



"