En plena guerra fría las superpotencias se permitían hacer auténticas salvajadas con su arsenal nuclear. Por ejemplo, en 1962 los estadounidenses lanzaron una bomba de hidrógeno a unos cientos de kilómetros de altura y la detonaron, solo para saber qué pasaba. Varias décadas más tarde la foto se desclasifica y sale a la luz.
La imagen, acaba de ser empleada por Peter Kuran en un documental llamado “Nukes in Space” (Bombas nucleares en el espacio).
En NPR cuentan la historia completa, y en Gizmodo seleccionan el párrafo clave:
El plan era enviar cohetes a cientos de millas de altitud. por encima de la atmósfera terrestre, y luego detonar armas nucleares para ver:
a) Si la radiación de las bombas haría más difícil ver lo que había ahí arriba (como un supuesto misil ruso llegando).
b) Si la explosión provocaría daños a los objetos cercanos.
c) Si los cinturones de Van Allen podían lanzar explosiones hacia un objetivo terrestre (Moscú por ejemplo).
d) Si una explosión podría “alterar” la forma natural del los cinturones de la magnetosfera terrestre.
Hasta ese punto llegó el gobierno de John F. Kenedy; a intenter alterar el campo magnético terrestre para ver si así podía bombardear, desde el espacio y con armas atómicas, a su archienemigo soviético. ¡Ver para creer!
Nota: los rusos también quisieron llevar el conflicto hasta en el espacio. Véase Salyut-3, disparando desde el espacio.
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