Si levantas una mano y la pones tensa frente a tu cara, posiblemente en alguno de tus dedos notarás un ligero temblor. No te preocupes; es normal.
La actividad eléctrica generada en tu cerebro por miles de neuronas mientras caminas, lees, o duermes, produce un potencial eléctrico que puede ser registrado en forma de ondas cerebrales. Cada tipo de onda cerebral tiene una frecuencia diferente (oscilaciones por segundo). En concreto, las neuronas motoras encargadas de dirigir tus movimientos oscilan a una frecuencia de 10 ciclos por segundo. Éste es el temblor mínimo que deberías tener. Casi imperceptible.
Ocurre que si estás emocionado, cansado, nervioso, con hambre o con miedo, tu cuerpo segrega adrenalina y ese temblor se acentúa. Pero continúa siendo un temblor fisiológico normal y corriente.
Otra cosa es el temblor llamado “esencial” característico de la vejez, o provocado por enfermedades neurológicas como el Parkinson o la esclerosis múltiple. Aquí ya hay alteraciones implicadas, y empieza a tener sentido estudiar científicamente el origen del temblor.
Eso es lo que hace el investigador Malagueño Jose Luis Vega en la Universidad de Newcastle, quien contactó con nosotros ofreciéndose a explicarnos en el blog el descubrimiento que su grupo ha hecho sobre el origen de este tipo de temblor esencial.
“Lo raro es que no temblemos todavía más”, por Jose Luís Vega
El temblor es un movimiento involuntario de tipo oscilatorio que se repite en tus brazos o piernas, y que en condiciones severas puede convertirse en una pesadilla a la hora de realizar actividades tan simples como ponerse una camisa o beber una taza de té.
Es por eso que en el grupo de Control Motor de la Universidad de Newcastle investigamos los temblores. Pero mi director el profesor Stuart Baker partió de un planteamiento diferente: “¿por qué la mayoría de personas y animales no tiemblan todo lo que deberían?”
Para responder a esta pregunta, llevamos a cabo un estudio en el que entrenamos a 'macacos' a mover su dedo índice lentamente hacia atrás y hacia delante. Este tipo de movimiento intensifica el temblor fisiológico (el normal que todos los primates experimentamos) comprendido entre 8 y 12 ciclos por segundo. Una vez entrenados, insertamos microelectrodos móviles en la corteza motora primaria y médula espinal de los animales, y procedimos al registro extracelular de las neuronas del cerebro y de la médula responsables del control del movimiento de los músculos del cuerpo, y por tanto del movimiento del dedo en estudio.
Lo que nos encontramos fue que, tanto la actividad eléctrica de las neuronas registradas en esa área del cerebro (unas 300), como la actividad de las otras cientos de neuronas registrados en la médula espinal, presentaban una actividad rítmica a la misma frecuencia que el temblor. Sin embargo, y esto es lo más importante, las oscilaciones de ambos tipos de neuronas estaban fuera de fase unas respecto a las otras. En otras palabras, cuando la onda en el cerebro presentaba la máxima amplitud, la onda en la médula espinal se encontraba en su punto más bajo. Y viceversa. Esto significaba que la ondas registradas en el cerebro se cancelaban con las ondas registradas en la medula espinal. Y eso, es lo que hacía reducir la intensidad del temblor.
Ante los tremores esenciales (patológicos), la hipótesis que barajamos es que el circuito de neuronas de la médula espinal podría no funcionar correctamente y no contrarrestar la actividad cerebral. De esta manera las oscilaciones cerebrales no se cancelarían y aparecerían los temblores no deseados.
En otras enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple o el parkinson, puede que el problema sea una producción de oscilaciones anormalmente altas en determinadas regiones del cerebro. La buena noticia es que, incluso en estos casos, este circuito neuronal que hemos identificado en la medula espinal podría reducir las altas oscilaciones contribuyendo a una mejora del temblor. Y para ello empezaremos a ensayar en pacientes con dispositivos portátiles inalámbricos.
Este hallazgo es importante, pues nos hace pensar que el temblor es el resultado de complejas interacciones entre múltiples circuitos neuronales dentro del cerebro y la médula espinal.
Nuestro reto es comprender con mayor claridad estas rutas nerviosas (cerebro - medula espinal) y sus interacciones para tratar de entender los temblores, tanto fisiológicos como patológicos, y poder desarrollar nuevas estrategias para diagnosticar y tratar estos temblores por medio de dispositivos portátiles inalámbricos.
El ligero temblor fisiológico que percibimos los individuos sanos se debe a que esta cancelación de las oscilaciones del cerebro por parte de las neuronas de la médula no es perfecta, aunque muy atenuada.
Por tanto, 'una mayor comprensión sobre cómo funciona este circuito en la medula espinal nos ayudaría a controlar este tipo de oscilaciones anómalas, y reducir los temblores de los pacientes mejorando así sus vidas', palabras de Stuart Baker.
Estimulación cerebral profunda (Deep Brain Stimulation)
Actualmente, con la técnica de estimulación cerebral profunda (DBS), se están haciendo progresos para intentar reducir los temblores mas severos como el temblor esencial o el temblor 'parkinsoniano' cuando los fármacos no dan el resultado esperado. El temblor esencial se produce cuando el paciente realiza un movimiento voluntario o trata de mantener una postura (ej. manos enfrente del cuerpo). Es el que se intensifica con la vejez, y de ahí su nombre de 'temblor senil'. El 'parkinsoniano', sin embargo, esta englobado dentro de la categoría de temblores en reposo.
En la DBS, la zona del cerebro que se estimula depende mucho del problema que se quiera resolver. Para el temblor esencial la estructura que está dando resultados se encuentra en el tálamo, en el llamado núcleo ventral interno. En el caso del temblor del parkinson la zona estimulada es el núcleo subtalámico o el globo pálido interno, pues hay evidencias que estos núcleos se acoplan entre si debido a la falta de dopamina que presentan los enfermos de Parkinson.
Concluyendo, este nuevo hallazgo nos hace pensar en una futura técnica como la DBS, pero ahora estimulando la medula espinal para que sea ella la que haga de filtro a los temblores no deseados.
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