«Mi ejército está organizado por razas. Ahí arriba los de Numidia, allí la caballería líbica, al fondo los íberos, los mejores jinetes del mundo; y aquellos mis cartagineses, hombres acostumbrados a todos los esfuerzos, me seguirían hasta el fin del mundo… Ahora te enseñaré las armas más poderosas. Ahí están mis elefantes, las bestias más fuertes conocidas por el hombre. Míralos. Observa qué poderosos son. Nadie podrá detenerlos»
Aníbal (Annibale, 1959, Edgar G. Ulmer y Carlo Ludovico Bragaglia)
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Formación de infantería ibérica en la Segunda Guerra Púnica. La lucha en formación cerrada es fidedigna, como las túnicas y los tipos de armas que pretenden ilustrar la variedad existente. Sin embargo las diferentes unidades probablemente tenían un armamento más homogéneo, con obvias ventajas tácticas, y los emblemas pintados en los escudos indicarían pueblos o unidades, según se deduce de algunas referencias de las fuentes literarias. Además, sólo en momentos muy concretos de una batalla la formación se cerraría tanto: las armas ibéricas y también las romanas necesitaban algo más de espacio, en torno a un metro o metro y medio por hombre, para ser empleadas con efectividad.
Formación de infantería ibérica en la Segunda Guerra Púnica. La lucha en formación cerrada es fidedigna, como las túnicas y los tipos de armas que pretenden ilustrar la variedad existente. Sin embargo las diferentes unidades probablemente tenían un armamento más homogéneo, con obvias ventajas tácticas, y los emblemas pintados en los escudos indicarían pueblos o unidades, según se deduce de algunas referencias de las fuentes literarias. Además, sólo en momentos muy concretos de una batalla la formación se cerraría tanto: las armas ibéricas y también las romanas necesitaban algo más de espacio, en torno a un metro o metro y medio por hombre, para ser empleadas con efectividad.
Pese a alguna inexactitud, estas palabras pronunciadas por Victor Mature en el papel de Aníbal hablan a las claras del ejército heterogéneo que cruzó los Alpes para no dar tregua a Roma y llevar a Italia la guerra, la II Guerra Púnica.
Ya hemos hablado de cómo se desarrolló la guerra en territorio ibero, un marco fundamental para unos y otros. Dejamos a Aníbal traspasando en el año 218 a. C. con sus tropas la línea del Ebro, las cuales condujo hasta más allá del río Rodano, superando la resistencia de diversas tribus galas y dejando atrás a los romanos de Escipión.
A principios de otoño, Aníbal estaba cruzando la gran cordillera por alguno de los pasos occidentales. Mucho se ha escrito de esta hazaña, así que nosotros ya los tenemos en el Valle del Po.
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Infante libio del ejército cartaginés, armado como un hoplita. Formaba parte de la segunda línea de Aníbal en Zama. Los libios, secularmente sometidos a Cartago, no eran tropas ciudadanas, pero durante un siglo habían formado el núcleo de la infantería de línea de los ejércitos cartagineses. En conjunto, va armado a la griega, pero su escudo es algo más liviano, basado en relieves de monumentos del norte de África..
Infante libio del ejército cartaginés, armado como un hoplita. Formaba parte de la segunda línea de Aníbal en Zama. Los libios, secularmente sometidos a Cartago, no eran tropas ciudadanas, pero durante un siglo habían formado el núcleo de la infantería de línea de los ejércitos cartagineses. En conjunto, va armado a la griega, pero su escudo es algo más liviano, basado en relieves de monumentos del norte de África..
En cuanto al enemigo, habíamos señalado que el Senado había resuelto acometer una ofensiva al inicio de la Guerra de manera similar a lo ideado por Aníbal, pero problemas de ejecución, dilaciones varias y la llegada del general cartaginés hicieron cambiar los planes. Parte del ejército que se destinó a Hispania se dividió entre los hermanos Escipión. Publio acudió al encuentro de Aníbal mientras que Cneo siguió con el plan establecido.
A su vez, Sempronio, cuyo objetivo era alcanzar tierras africanas, abandonó el plan inicial y se dispuso a juntar efectivos con Escipión, quien, sin esperarle, avanzó y se dispuso en el margen occidental del río Tesino, afluente del Po. Aníbal, que requería de avituallamiento, avanzó justo en el momento en el que Escipión cruzaba el río en labores de reconocimiento. Los dos ejércitos se encontraron y el general romano estuvo a punto de morir en la sucesiva batalla, que no fue más que una refriega pero que evidenció el poder del ejército púnico.
Lo que sucedió a continuación fue la deserción de destacamentos galos y el progresivo ascendente de Aníbal, quien se atrajo para sí muchos aliados y golpeó con efectividad a los romanos hasta obligarles a presentar batalla en Trebia, una vez unidos los dos cónsules, Sempronio y Publio Escipión. Mediante cebos y emboscados, Aníbal atrajo a los soldados enemigos donde él quería y utilizó su superior caballería para inflingir una gran derrota a Roma.
Tras invernar, Aníbal siguió con su objetivo de presentarse como un liberador y sublevar a la mayor parte de pueblos itálicos. Así, se dirigió hacia Italia central. Tres pasos eran los posibles: uno, intermedio y poco practicable. En los otros dos le esperaban sendos cónsules nuevos: el popular Flaminio y el patricio Servilio Gérmino. El cartaginés optó por la vía rápida, por los pasos y valles de los Apeninos. Los ejércitos consulares se movilizaron y Flaminio llegó primero. Bien informado de la región, Aníbal le atrajo a un estrecho paso en el lago Trasimeno, en donde hubo una carnicería y las legiones romanas, cónsul incluido, fueron masacradas.
La Italia central, rica y espléndida, se abrió entonces para los púnicos. Pero lo que en un principio Aníbal había planeado, la defección de los pueblos itálicos respecto a Roma se mostró como un error de cálculo, pues la mayoría siguieron fieles.
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Oficial mercenario veterano ibérico de la época de la Segunda Guerra Púnica (218-202 a.C.). Lleva armas capturadas o conseguidas de los romanos o sus aliados itálicos: cota de malla de un modelo céltico y casco de bronce de tipo Montefortino al que no ha retirado las carrilleras como hacían muchos compañeros suyos. Pero en cambio su escudo, espada de antenas atrofiadas y soliferrea son producciones peninsulares. Por la combinación de armas, este soldado procede probablemente del curso medio del Ebro..
Oficial mercenario veterano ibérico de la época de la Segunda Guerra Púnica (218-202 a.C.). Lleva armas capturadas o conseguidas de los romanos o sus aliados itálicos: cota de malla de un modelo céltico y casco de bronce de tipo Montefortino al que no ha retirado las carrilleras como hacían muchos compañeros suyos. Pero en cambio su escudo, espada de antenas atrofiadas y soliferrea son producciones peninsulares. Por la combinación de armas, este soldado procede probablemente del curso medio del Ebro..
La actuación de Roma en esos momentos tampoco ayudó a Aníbal, pues en el Senado se eligió al dictador Fabio Máximo, quien optó por una táctica dilatoria, de acoso pero sin enfrentamientos directos, previendo que el desgaste se adueñaría del ejército púnico estando como estaba en territorio hostil y de difícil avituallamiento. No obstante, aunque en un principio efectiva, la táctica no podía funcionar bien políticamente hablando, pues estaba configurada para que funcionara a medio y largo plazo y los ánimos se encendían al ver al enemigo en las inmediaciones, presto a destrozar campos, sin poder plantarle cara.
En las siguientes elecciones al consulado, enfebrecidos de belicismo y sabiendo que la contemplación no era la única alternativa a esta contienda, los romanos decidieron dar un giro (ya antes hubo un amago) a la dirección de la guerra. Eligieron a Emilio Paulo, un patricio, y a Terencio Varrón, un «hombre nuevo». Efectivamente, en el verano del año 216 a. C., frente a las ruinas de Cannas, se encontraron las dos tropas, con el resultado ya conocido: Aníbal atrajo al enemigo, haciendo ver que sus filas cedían, para tender un brillante y perfecto movimiento envolvente que destruyó al ejército romano y a las esperanzas de estos de acabar con la guerra de un golpe de mano.
Tras Cannas, buena parte del territorio itálico sí dio la espalda a Roma. En la ciudad, tras momentos de pánico, la situación se estabilizó y pronto llegarían duras medidas para sanear tanto finanzas como tácticas. Mientras tanto, Aníbal perdió la oportunidad de rendir Roma. Se han puesto en duda las capacidades estratégicas de Aníbal (no las de general arrojado ni las de buen diplomático) ante este y otros hechos. Quizá sea al contrario, y en donde precisamente demostró que fue un gran estratega fue en el hecho de no intentar cercar o asaltar Roma. Su fracaso poco después en Nápoles es ilustrativo. Tras esto, sus esfuerzos se centraron entonces en independizar el sur, en obtener salida al mar y en defenderse de la progresiva ofensiva, toda vez que pasó el peligro mayor, de Roma.
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El autor expondrá su opinión, si procede, en forma de comentario a esta entrada o, casi siempre, en la denominada «Ventana del Autor».
La mayoría de las imágenes pertenecen al la serie de libros de Fernando Quesada publicados lo la Esfera de los Libros.
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