El Ambigú ya no se emite. Después de 18 años en antena, Radio Nacional de España (RNE) ha decidido prescindir de los servicios de Diego A. Manrique. Es difícil explicar lo que este programa y el trabajo de Manrique suponen para este escribiente. No soy el único. Claro que no. Como yo, tantos oyentes y amantes de la música popular (se cuentan por miles, seguro) han aprendido (y compartido) de la pasión de Manrique.
Ayer, la noticia no estaba confirmada pero a mis compañeros de redacción en la sección de Sociedad les comenté lo que Manrique había anunciado en antena el martes durante la emisión de su programa: 'Hoy sigue sonando El Ambigú, o lo que sea esto que se emite ahora, aunque fui cesado el pasado 22 de julio'. Terminó por confirmarse. Quise haber escrito ayer en esta ruta norteamericana sobre el asunto, pero me fue imposible ante un día de trabajo perverso en la sección de Internacional. Apenas pude mantener ayer una conversación a través de la red social de El País, ESKUP, sobre la triste noticia.
Hoy, en cambio, quiero dejar constancia de la gran pérdida que supone este cese. Este blog, a fin de cuentas, debe a Manrique y otros magníficos críticos musicales de este país (Ignacio Juliá, Jaime Gonzalo, Luis Lapuente, Juan Puchades, Manolo Fernández, Carlos Galilea, Juan de Pablos, Julio Ruiz, Ángel Caballero…) parte de su existencia.
Personas que, con su amor a la música, nos han abierto a todos ventanas para disfrutar de la cultura, el ocio, la intimidad, el recreo. Nos han dado la posibilidad de viajar a otras épocas o de cruzar el espacio sideral, como asegura el pequeño Willie Nile, ese músico que ama el rock, cuando se refiere al poder de la música. Personas que, como Diego Manrique, han hecho más por la cultura popular que un ministro. A su conocimiento, hay que sumar su capacidad para comunicarlo, su criterio para compartirlo, para seleccionar el grano de la paja y hacernos partícipes de ello.
A diferencia de cómo van los derroteros en los medios generalistas (incluida la actual programación de Radio 3), la labor de Manrique destaca por su análisis, su profundidad y gusto, su tono reflexivo, detallista y erudito. Y es lo escaso, lo que hay que preservar, el crítico en extinción, porque la tendencia general es la superficialidad, lo anecdótico, lo meramente olvidable. Seguramente alguno diga que este blog se incluye en esa prescindible tendencia, pero poco importará si eso nos permite mantener a los grandes de este género. Es la liga de los Manriques la que hay que retransmitir antes que nada, los demás estamos de paso.
Lo triste, también lo vergonzoso, es que ante hechos así, apenas hay repercusión. La cultura nunca ha sido un motivo por el que partirse la pana. Y la música mucho menos. Esos sonidos que pueden llegar a cambiar una vida, que ilustran a una sociedad y una época mucho más de lo que se puede llegar a pensar, no dejan de ser el pasatiempo para los gerifaltes, para los jefazos de todo esto.
Mi compañero y amigo, Esteban Hernández, del periódico La Vanguardia, aseguraba en una columna de opinión, publicada en este blog (¿Nos lee alguien? ¿Y nos importa?), que “la música siempre nos cuenta cosas. Y a menudo no las oímos, preocupados como estamos por el anecdotario, por las relaciones sociales, por señalar con el dedo la falta de gusto ajena o por mostrar al mundo que estamos por encima de él. Hay muchos caminos para llegar a buen puerto en esto de la cultura, pero tampoco parece mala idea que comencemos a prestar más atención a lo que la música nos dice. Aunque sólo sea porque el secreto para contar una buena historia reside en saber escuchar”.
El oído de Manrique siempre ha sido especial. Estoy seguro que pronto volverá a saberse de él. Y así lo espero. A diferencia de otros compañeros, no le conozco de cerca, pero puedo asegurar que no hace mucho tuvo un gran detalle conmigo, sin que nadie se lo pidiese, sin ser yo más que un aprendiz de una persona que lleva en esto desde los años 70.
En una entrevista publicada por la revista Efe Eme, Manrique cuenta las razones de su cese como Director Adjunto de Radio 3, y las del final de El Ambigú, 18 años después de su puesta en antena. Recomiendo a todos leerla. Me quedo con la siguiente pregunta:
¿Piensas seguir haciendo radio?
'De principio, lo he interiorizado como una monstruosa injusticia y me ha quitado la energía necesaria para enfrentarme a un micro. Pero hoy mismo, cuando descubra un disco apasionante, voy a sentir el impulso de compartirlo y me dará un bajón tremendo al comprender que ya no tengo la forma de difundirlo y argumentarlo.'
Ese sentimiento es el poder de la música. Esta ruta norteamericana bien lo sabe porque nació de él. Como si fuéramos ahora nosotros quienes pinchamos una canción en El Ambigú, vaya esta por Diego A. Manrique y su grandísimo trabajo por el bien de la música, en mayúsculas.
PD. A quien pueda interesar: Recogida de firmas para lograr la vuelta del periodista Diego A. Manrique a Radio 3
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