martes, 31 de agosto de 2010

Lo que la cafeína le hace a tu cerebro

Lo que la cafeína le hace a tu cerebro: "

Adenosina y cafeína | Imagen: Lifehacker


Sobre el efecto que tiene la cafeína en nuestro organismo habrás leído más de un artículo, pero pocos explican tan bien el proceso químico por el que actúa como el publicado hace unos días por Lifehacker bajo el título What Caffeine Actually Does to Your Brain (Lo que la cafeína le hace realmente a tu cerebro).


La explicación habitual es que “la cafeína disminuye el sueño por el bloqueo del receptor de adenosina”, pero ¿qué significa esto? Todo el tiempo que estamos despiertos las neuronas de nuestro cerebro están produciendo esta sustancia, que actúa en diversos procesos bioquímicos y tiene también “efectos sedantes e inhibitorios sobre la actividad neuronal”. Nuestro sistema nervioso está monitorizando constantemente los niveles de adenosina mediante diversos receptores y cuando alcanzan un cierto punto, lo normal es que comencemos a sentir sueño o ganas de descansar.


La adenosina, me explica el profe Castillo cuando consulto al consejo Amazing para escribir el artículo, “no es sólo un modulador, sino un sintonizador”. No sólo pasa al cerebro, sino que se reparte por el cuerpo y “coordina diversos tejidos para acompañar al cerebro en ese estado”.  Su efecto puede compararse a una lenta caída de hojas, una a una las moléculas se van acoplando a los receptores y activándolos.


Olvida a ese tipo, es un aburrido | Nunca me gustó | Estoy tan solo... | Viñeta: Outmeal


Ahora introduzcamos la cafeína. La sustancia se encuentra de forma natural en muchos productos y anda por nuestro organismo pero, cuando nos metemos un chute de café, comienza a actuar como un auténtico suplantador de la adenosina. Debido a la similitud de las moléculas, éstas llegan hasta los receptores del sistema nervioso y consiguen engañarlos


En realidad, lo que hace la cafeína es acoplarse a esos receptores, gracias a que es estructuralmente muy parecida a la adenosina, pero no los activa, sino que sólo los bloquea. Con esos receptores bloqueados, otros estimulantes naturales del cerebro, como la dopamina y el glutamato, pueden hacer su trabajo de manera más libre y provocan ese “efecto temporal de restauración del nivel de alerta” que atribuimos a las sustancias como el café o el té.


Todo esto a grandes rasgos y simplificando bastante, porque las decenas de interacciones de la cafeína con otras sustancias del cerebro aún no están del todo claras, y la sustancia tiene un efecto muy diferente en unos individuos y en otros, según la edad, el peso o la genética.


Lo importante es comprender que, como resumen en Lifehacker, más que apretar el acelerador de nuestro cerebro, se podría decir que lo que hace la cafeína es bloquear el suave freno de la adenosina. O dicho de otra forma, retira al cerebro la señal de “estoy cansado” y le obliga a trabajar de una manera distinta y más “despierta”. Aunque el efecto solo dura unas horas y nunca cuando el cansancio es extremo.


Enlace: What Caffeine Actually Does to Your Brain (Lifehacker)

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Bjorn Lomborg, un tipo interesante

Bjorn Lomborg, un tipo interesante: "

Bjørn Lomborg | Fuente imagen Wikicomons


Bjorn Lomborg es profesor y ambientalista danés. Al menos atendiendo a la descripción que de él da Wikipedia. Atendiendo a su titulación, sin embargo, Lomborg es Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Copenhague. Desde 1994, año en el que recibe el doctorado, y durante una década trabaja sin embargo como profesor de estadística en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Aarhus. De ahí que para muchos la especialidad de Lomborg sea la estadística. Actualmente es profesor en la Escuela de Negocios de Copenhague.


Lomborg es en cambio recordado como el autor de El ecologista escéptico. El libro fue publicado en 2001 por Cambridge University Press, al menos la edición revisada en inglés, base de todas las traducciones posteriores y por lo tanto la versión de referencia. Fueron unas palabras del economista Julian Simon afirmando que nuestro conocimiento del medio ambiente es extremadamente básico, las que motivaron a Lomborg a reunir un grupo con sus mejores estudiantes de estadística para analizar los datos a los que Simon aludía.


En 1998 sus primeras conclusiones fueron publicadas por el diario danés Politiken. El artículo dio pie a un intenso debate medioambiental en su Dinamarca natal, publicándose al menos 400 réplicas de distinta orientación en la prensa nacional.


La obra ponía en duda el origen de gran parte de los problemas medioambientales que ocupan las portadas de los medios de comunicación en todo el mundo. Lo que incomodó especialmente a los ecologistas fue el hecho de haber sido escrita por un experto en estadística y utilizando exactamente las mismas fuentes de fiabilidad reconocida que utilizan aquellos para sus alegaciones sobre el cambio climático.


El momento cumbre de la polémica aconteció en 2003. Con el ecologista escéptico traducido a 12 idiomas y resultando ya nuclear en el debate ambientalista en todo el mundo, la revista Scientific American publicó una agresiva crítica al contenido del libro. En sus páginas era descrito como “un peligro para la ciencia”. Lomborg publicó en su página web una réplica punto por punto de las alegaciones recibidas. La revista, sin embargo, no le permitió responder a las mismas desde sus propias páginas hasta cinco meses después, siéndole concedida tan sólo una de ellas, y obligándole a retirar la contracrítica de su página personal –considerándose que violaba los derechos de autor de la publicación científica–.


Nature, Time y Greenpeace también hicieron público su desacuerdo con el contenido del libro. The Economist lo definió como “uno de los libros más valiosos sobre políticas públicas”, algo probablemente esperado. Menos esperada sin duda fue la crítica positiva desde New Scientist.


La polémica alcanzó a la Academia Danesa de Ciencias. Varios científicos enviaron a la misma, quejas por “deshonestidad científica”. Considerando únicamente la crítica publicada por Scientific American, y no la réplica elaborada por Lomborg, éste fue encontrado culpable de “deshonestidad objetiva”. La academia consideró que Lomborg era demasiado partidista en el tratamiento de los datos y que su libro malinterpretaba esos datos para obtener conclusiones partidistas.


¿Es Lomborg sospechoso de partidismo? Probablemente no, si tenemos en cuenta sus últimas declaraciones sobre el problema climático. Tras más de una década criticando a muchos de los científicos que opinaban sobre el tema, Lomborg afirma ahora que el calentamiento global es “uno de los principales problemas a los que se enfrenta el mundo” y “un desafío al que la humanidad debe enfrentarse”. Son palabras que incomodarán a los lobbies, quienes siempre pensaron que le tenían como aliado –Lomborg fue comparado con Adolf Hitler por el responsable en cambio climático de las Naciones Unidas–.


En su nuevo libro, que será publicado el mes que viene, Lomborg pide que sean invertidos a partir de ahora 100.000 millones de dólares al año para enfrentarse al cambio climático. “Dedicándole esa cantidad al año al problema esencialmente podremos tenerlo resuelto para cuando termine el siglo” concluye el libro.


Aparecerán hasta ocho consejos para reducir el calentamiento global, redactados por Lomborg y distintos economistas colaboradores. Recomendarán invertir en la investigación y el desarrollo de fuentes de energía limpias aprovechando el viento, el sol, las mareas e incluso la energía nuclear, así como métodos más sofisticados que utilicen el reflejo en las nubes para devolver el calor a las capas altas de la atmósfera.


Lomborg recomienda ahora obtener ese dinero de una tasa sobre las emisiones de carbón. Se obtendrían así hasta la mitad de los fondos necesarios para mitigar el cambio climático, e incluso para mejorar los planes de cuidado médico que requieren sus consecuencias.


Las últimas declaraciones de Lomborg llegan en un momento crítico del debate, cuando muchos de los esfuerzos internacionales para llegar a un acuerdo que permita combatir el cambio climático empezaban a estancarse.


Definitivamente, Bjorn Lomborg es un tipo interesante.

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