Si tomas café con hielo como refresco, no se te ocurra añadir el azúcar al café una vez frío. Te resultará imposible que se disuelva todo el azúcar que fácilmente lo habría hecho en el café caliente.
El azúcar se disuelve mejor y con mayor rapidez en el café caliente porque el proceso de disolución se ve favorecido por el aumento de temperatura.
Eso está claro, pero… ¿por qué?
El incremento de temperatura aumenta la agitación molecular al convertirse la energía térmica en energía cinética. Entonces las moléculas del café interaccionan con mayor facilidad con las del azúcar al moverse más rápidamente.
Además solemos ayudar al proceso removiendo con una cucharilla.
Al hacerlo conseguimos que el proceso sea más rápido. Homogeneizamos la disolución al repartir el azúcar (soluto) más eficientemente por el disolvente (café), separando las moléculas de azúcar entre sí y favoreciendo el contacto con las moléculas de café. Aumentando además la agitación molecular por el efecto mecánico de remover la cucharilla.
Y podemos seguir añadiendo azúcar (si ése es nuestro gusto) que se seguirá disolviendo. Sin embargo, por muy caliente que esté el café, llegará el momento en que no admitirá más azúcar y el exceso precipitará en el fondo de la taza. Habremos sobrepasado el punto de equilibrio de la disolución.
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