A finales de 1949, los acontecimientos no pintaban bien para el estadista chino Chiang Kai-shek y sus fuerzas nacionalistas. Dos millones de estos nacionalistas huyeron sólo de la parte continental china a Taiwan, y ahora los comunistas parecía que tenían el momento idóneo para por fin invadir la isla.
A pesar de que las fuerzas comunistas tenían una gran experiencia en operaciones anfibias y probablemente la invasión habría tenido éxito, la operación nunca sucedió.
¿Cual fue la razón para la salvación de Taiwan?
Pues nada más y nada menos que el Shistosoma japonicum, un importante parásito y uno de los principales agentes infecciosos de la Esquistosomiasis. Una enfermedad parasitaria muy común en Asia, África y América del Sur, donde es considerada la segunda enfermedad más devastadora después de la malaria.
A falta de embarcaciones adecuadas para la invasión, los grandes jefes militares comunistas sabían que iban a tener que depender de los pequeños juncos, para transportar a los soldados a través del Estrecho de Taiwan. Sin embargo, las instalaciones portuarias en Taiwan no eran las adecuadas, además con los juncos, no serían capaces de acercarse lo suficiente a la costa para desembarcar sus tropas directamente a tierra firme.
La solución de los mandatarios chinos era muy simple… Las tropas llegarían a nado hasta las playas de invasión.
Como preparación y dado el alto índice de gente que no sabía nadar, las tropas militares comunistas planificaron unas clases de natación en los canales del Continente. Durante varios meses los soldados recibieron estrictas y intensas lecciones de natación como preparación para la gran invasión de Taiwan.
Sin embargo, la planificada invasión tuvo un gran contratiempo, los canales de agua se infestaron con Shistosoma japonicum y los soldados comenzaron a enfermar poco después de los eventuales cursillos. Finalmente se estima que entre 30.000 y 50.000 soldados de operaciones de élite chinos, sufrieron los efectos del temido parásito y por tanto no estuvieron en condiciones de participar en la operación.
El inoportuno brote retrasó la invasión seis meses y antes de poder montar una nueva operación, comenzó la guerra de Corea y buques de guerra estadounidenses se posicionaron en el estrecho de Taiwan. La ventana posible para esta única oportunidad se había cerrado.
Noticia original del U.S. Naval Institute recogida del artículo original de J.R. Kierman en 1959, “El golpe de suerte que salvó Formosa“. Subido a la red gentilmente por Carolyn Cather en formato pdf.
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