¿Van a empezar las librerías a vislumbrar un futuro similar al de las tiendas de discos y los videoclubs, un proceso de extinción vertiginoso conforme sus clientes van adoptando la versión digital de sus productos? Creo que, como casi todos, pensaba en una revolución silenciosa, en una migración de los hábitos de la gente mucho más pausada, casi daba por hecho que mi generación permanecería en el libro físico de forma mayoritaria.
Eran también las cuentas de Barnes & Noble, al que la ascensión del libro electrónico le ha llevado a la tesitura de tener que buscar una solución de calado, ponerse a la venta tal como explica WSJ. El exponencial crecimiento del mercado digital en su sector y el dominio de Amazon en él, han impactado en las cuentas de Barnes & Noble hasta el punto de tener que plantearse que ya no pueden ser la empresa que eran. Y eso a pesar de haber desarrollado una estrategia bastante interesante en el libro electrónico con Nook.
Ya hemos comentado muchas veces respecto al libro electrónico que la pregunta ya no es si será, sino cuándo y cómo: qué parte del negocio quedará en el libro físico y el proceso de reconversión de una industria con mucho prestigio social. No en vano si a unos intermediarios se les fiscaliza cada céntimo que se llevan y están etiquetados como explotadores (sector alimentación), en el mundo del libro siempre se ha comprendido que el beneficio para el autor sea bajo y se penalice la competencia en la venta final con la ley del libro en España. Hay quien apunta a que quedan cinco años para ver el definitivo punto de inflexión en el que el libro electrónico sea la forma predominante de lectura en Estados Unidos (Negroponte, TechCrunch). No sé si se estará cerca o lejos, pero creo que el orden de magnitud parece sensato: hablamos de años no ya de generaciones, aunque en España con Libranda como estrategia todo apunta a que intentarán retrasarlo lo máximo posible.
Con esta probable crisis de las librerías y su proceso de asimilación a los videoclubs y las tiendas de discos uno no puede evitar la sensación de pérdida. Había una época en que atravesaba el centro de Málaga orientándome sólo por tiendas de libros (preferentemente de segunda mano, las únicas que se diferencian allí del resto con alguna honrosa excepción) y no dejo de pensar en que estamos a tiempo de tener un plan para ellas que las contemple no como despachos de trozos de árbol muerto sino puntos de encuentro de la vida cultural de la ciudad. Con otros negocios y otra vida diferente a la que han llevado durante décadas. Pero eso no va a pasar y en unos años los que hemos gastado tantas horas perdidas dentro de una librería seguro que vamos a lamentarlo.
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